lunes, 25 de julio de 2011

La ecología como valor educativo II

Decía en mi anterior entrada que la ecología ofrece enormes posibilidades educativas, que podemos aprovechar bien este verano. Me refería la pasada semana a los aspectos relacionados con el consumo. En esta ocasión quiero centrarme en otros asociados a lo que podemos llamar "ecología humana". Nuestra capacidad de alterar el medio natural puede ser muy intensa y potencialmente muy dañina, pero también lo es nuestra capacidad de alterar la naturaleza humana, que tiene asimismo consecuencias potencialmente muy peligrosas sobre nuestra propia existencia en la tierra. Por ejemplo, si el ser humano obliga a un animal herbívoro a que se alimente de carne, está alterando su estado natural, con resultados antes o después catastróficos en esa especie, como nos demostró la crisis de las vacas locas.

domingo, 17 de julio de 2011

La ecología como valor educativo I

Comenzamos las vacaciones, periodo de descanso y de conocer otros lugares, otras gentes, otros paisajes, tiempo también de aprender del entorno que nos rodea.  Disfrutar de la naturaleza también tiene aspectos didácticos que me parecen de especial interés. Por un lado, nos facilita educar en el uso más responsable de los recursos y, por otro, reforzar un sentido más natural en nuestro comportamiento. Me centraré hoy en este primero.
La consideración de que los recursos naturales son muy generosos, pero finitos, nos llevará a educar en un uso más responsable de los mismos. No tenemos energía, agua, suelo o atmósfera en cantidades ilimitadas, y no tenemos derecho a agotar recursos que serán preciosos para otras personas, actualmente y en generaciones futuras. Frente a la cultura del uso sostenible de los recursos, aquel que se garantiza en el tiempo, actualmente vivimos en una economía del despilfarro, donde el uso de los bienes resulta cada vez más efímero. Al contacto con personas de recursos muy modestos, que suplen con

domingo, 10 de julio de 2011

Sobre la educación: cuanto más mejor

Vigilia de oración en Londres, 18.09.2010
Hace unos meses, en su histórica visita al Reino Unido, Benedicto XVI se reunió con muy diversos estratos de la sociedad británica. Tal vez los discursos que han tenido más repercusión son los que celebró en Edimburgo, en la catedral de Westminster, y en el Westminster Hall ante el mundo cultural y político de la City. Sin embargo, quiero ahora rescatar un precioso discurso que dirigió a profesores y alumnos católicos, y que me parece refleja muy bien el concepto que la Iglesia tiene de la educación. No hemos de olvidar que la Iglesia ha sido, y

sábado, 2 de julio de 2011

Seguimos hablando de Ciencia y Religión

George Lemaitre con  Albert Einstein
Recupero hoy un tema del que he tratado en dos entradas de las últimas semanas, para responder a algunos comentarios que me han hecho los lectores (muchas gracias, Angel,. por tomarte el interés de leer y responder con tus ideas al respecto). Los comentarios están en mi entrada del día 5 de junio. Si no he entendido mal a Angel, el diálogo ciencia - religión, y especialmente el diálogo con la Iglesia Católica, es poco realista porque la Iglesia siempre va a poner la fe por encima de la razón, aunque ésta produzca conclusiones que echen por tierra las que proponen los dogmas católicos. Pone como ejemplo de esta "cerrazón" de la Iglesia, algunas proposiciones del Concilio Vaticano I, celebrado hace casi 150 años (1869-70), que supuestamente condenan a la excomunión (anatema est) a quien ose poner por delante la razón de la fe. Concluye el comentario que con esos planteamientos, lo normal  "..es que no haya demasiados científicos católicos porque recordemos que anatema conduce a excomunión. Menos mal que la mayor parte de los católicos desconoce la religión que dice profesar". Dicho de otro modo, parece que o bien no hay científicos católicos o los que hay no conocen su fe. En suma los científicos católicos (si es que existimos) no nos queda más que aprender mejor nuestra fe, pues parece que vivimos en la felicidad de la ignorancia. El argumento final de Ángel es original sobre los que he leído previamente que resumen el debate ciencia-religión en las siguientes proposiciones:
1. La ciencia y la religión se han opuesto frontalmente a lo largo de la historia,
2. Luego no hay científicos creyentes.
3. Ahora añadimos, "en caso de que los haya, es que ignoran lo que dice su propia religión"
Interesante el asunto. En mis anteriores entradas, he procurado desmontar la teoría-tópico de que la ciencia y la religión se han opuesto frontalmente. Salvando el caso Galileo, les va a costar trabajo encontrar casos de persecuciones a científicos por sus posiciones científicas. Recuerdo que el tribunal que condenó a Galileo tuvo votos en contra, que no fue una decisión de la Iglesia, sino de un tribunal eclesiástico romano, que Galileo no acabó en la hoguera, y que nunca dejó de considerarse fervoroso católico.
En cuanto a que no hay científicos creyentes, también he procurado refutar tan burda acusación con una larguísima lista de científicos de primer orden que han sido personas sinceramente creyentes, de siglos pretéritos y contemporáneos nuestros. El próximo mes de noviembre organizo con la Fundación Ramón Areces un simposio sobre ciencia y religión, donde vendrán algunos de estos científicos: créanme, existen.
Respecto a la ignorancia de su religión, también mostraba en mi anterior entrada sobre este tema que una larga lista de científicos de enorme relevancia han sido sacerdotes. Que un sacerdote no conozca la religión católica es poco probable; cuando además es profesor universitario, académico, doctor en teología, etc. la probabilidad se reduce drásticamente. Puedo poner bastantes ejemplos, pero me quedo con la foto que ilustra este artículo, de George Lemaitre,  profesor en Lovaina, Cambridge, y Harvard, precursor del Big-Bang, y presidente, al final de sus días, de la Academia Pontificia de las Ciencias.
Otro día comentaré las proposiciones del Vaticano I a las que se refiere Ángel en su comentario. Extrayendo frases aisladas se puede justificar casi cualquier cosa, y el contexto en el que se hacen esas declaraciones y su alcance no es el que interpreta Ángel. De todas formas, yo prefiero el Vaticano II. Recomiendo vivamente la lectura del Gaudium et Spes, sobre el diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo.