domingo, 29 de enero de 2012

¿Y por qué el domingo?

Vivimos en un país de raíces cristianas, que tienen muchas manifestaciones en la vida ordinaria, algunas de las cuales poca gente conecta con su origen religioso. Una muy sencilla es que los domingos sean fiesta laboral. A algunos les puede parecer una decisión arbitraria (da igual el domingo que el lunes o el jueves), a otros fruto del acuerdo (igual piensan que es parte de la negociación colectiva) y otros ni siquiera se lo plantean: disfrutan de la fiesta y mañana será otro día.
Como todo tiene su por qué, y buena parte de las cosas que vivimos sus raíces históricas, lo primero que convendría no dar por supuesto es el hecho mismo de que exista una día de fiesta. Eso también tiene un origen religioso, pues en el periodo pre-cristiano, en plena esclavitud además, no siempre estaba claro que hubiera que descansar del trabajo. La Iglesia intentó promover que así fuera, para dejar a los trabajadores un día festivo para poder asistir a la Santa Misa, cumpliendo el cuarto mandamiento del Decálogo ("Santificarás las fiestas"). La elección más obvia era el domingo, pues se produjo la principal festividad del calendario

domingo, 22 de enero de 2012

¿Sólo una crisis económica?

Sin duda es una de las palabras más repetidas, en las conversaciones cotidianas, en los medios de comuniación, en los ámbitos académicos: la crisis económica. Sus orígenes, que ahora todos aseguran que conocían, pero no evitaron;  sus impactos, que cada vez resultan más evidentes y más denigrantes de la dignidad de las personas; y sus soluciones, que tantos proponen, pero casi nadie atina.
Se habla de crisis de liquidez, de crisis bancaria, de crisis hipotecaria, de crisis de confianza, y un largo etcétera. ¿Pero cuál es realmente el origen de esta crisis? ¿por qué lo que hace únicamente un par de años eran bienes sólidos ahora no lo son? ¿por qué quien era válido, ahora no cuenta?
Mientras no identifiquemos el origen de la crisis, creo que será difícil salir de ella.  A mi modo de ver, esta crisis es más antropológica que económica. Lo que ha dado lugar a la situación actual me parece que puede resumirse en tres puntos:

domingo, 15 de enero de 2012

Libertad es decirte que no

Con mucha frecuencia definimos la libertad como la capacidad de elegir, y nos sentimos más libres cuanto más elecciones distintas tenemos disponibles. Pensamos que la única limitación de la libertad viene del exterior, cuando alguien o algo impide hacer lo que queremos, a lo que optamos libremente. Por eso cualquier régimen político que prohíba se considera de algún modo limitante de la libertad. Ciertamente así es, nos repulsan las prohibiciones, y si acaso las toleramos cuando suponen un freno a invadir la libertad de los demás.
Pero, en la práctica, ¿cuáles son las limitaciones de la libertad? ¿qué nos limita, en la práctica, tomar las decisiones que consideramos adecuadas? Sería largo repasarlas todas (lo haré en otras entradas de este blog). Ahora quería fijarme en una que me parece protagonista en la sociedad actual. No somos plenamente libres porque no somos capaces de vencer nuestros propios defectos, que nos impiden hacer en la práctica lo que vemos claramente que deberíamos hacer: desde aprovechar mejor el tiempo hasta cambiar nuestra dieta, desde ser más cariñosos en casa hasta mejorar el orden, desde ser más sobrios en la bebida o en las compras hasta visitar con más frecuencia a nuestra familia, desde levantarnos a la hora convenida hasta cambiar horas de tele por horas de lectura. Un cúmulo de detalles nos impiden

lunes, 9 de enero de 2012

Año nuevo, metas nuevas

Comenzamos un nuevo año, algunos con la ilusión de muchos planes que contemplan como posibles; otros con la pesadumbre de un horizonte que consideran demasiado cerrado; otros, tal vez, con la incertidumbre de estar en un mundo que parece pasarnos por encima sin pedir permiso.
Un año nuevo es un buen momento para hacer balance y plantearse nuevas metas. En este periodo, me parece excelente recordar la conocida oración de Reinhold Niebuhr:  
"Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas".
Hay cosas que no podemos cambiar, que no dependen directamente de nosotros (la crisis económica, las injusticias que ocurren en el mundo, los defectos de los demás...), aunque podamos contribuir indirectamente a mejorarlas. Hay otras muchas cosas que sí dependen de nuestra decisión: levantarnos a la hora, sin dejarnos llevar por la pereza; hacer bien nuestro trabajo; sonreir a quienes nos rodean; ser optimistas ante las situaciones que parecen difíciles; ser honestos, en fin, adoptar hábitos que mejoren nuestra vida y nos hagan más amables (más fácilmente amados) por los demás. Distinguir entre lo que podemos y no podemos cambiar es clave: si no cambiamos lo que podemos, somos endebles; si intentamos cambiar lo que no podemos, perdemos el tiempo y nos hastiamos. Por eso, es importante pedirle a Dios, en este año que comienza, la sabiduría para distinguir entre ambas, para no quejarnos de cosas que podemos cambiar y cambiarlas, para plantearnos nuevas metas y con coraje sacarlas adealnte; también para no frustarnos ante las que no dependen de nosotros, para no perder la calma cuando hay comportamientos que nos desagradan pero que dependen de la libertad ajena. Esa sabiduría de Dios, nos dará también Su paz, el gozo de saber que hacemos lo que podemos (también con su ayuda), y de poner en sus manos lo que no alcanzan nuestras fuerzas.

jueves, 5 de enero de 2012

¿Quiénes son los Reyes Magos?

Un amigo me ha enviado recientemente una explicación bastante razonable de quiénes son los Reyes Magos, que espero sea útil para algunos padres que tienen que explicar a sus hijos el significado último de estos amables personajes:

"Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle  como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el  colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:  
-¿Papa?  
-Sí, hija, cuéntame  
-Oye, quiero... que me digas la verdad  
-Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido    
-Es que... -titubeó Cristina  
-Dime, hija, dime.  
-Papá, ¿existen los Reyes Magos? El  padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el  origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido  como el suyo que le miraba igualmente.  
-Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad? La  nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y  tragando saliva le dijo:  
-¿Y tú qué crees, hija?  
-Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen  porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.  
-Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos  pero....