domingo, 11 de marzo de 2012

Ecologista y católico, ¿por qué no?

Winfried Kretschmann
A raíz del artículo que publicara Lynn White hace 46 años en la revista Science, se inició un debate intelectual de gran interés sobre la responsabilidad que el cristianismo ha tenido en la crisis ambiental que observamos cada vez con mayor evidencia. La tesis de White se basaba en el supuesto antropocentrismo que consagra el primer capítulo del Génesis, haciendo creer al ser humano que es el único ser que ha sido querido directamente por Dios, confiándole para su uso y recreo las demás criaturas. Esta base religiosa que consagraría el dominio déspota del hombre sobre los recursos se habría hecho más manifiesta con el creciente acceso de la sociedad cristiana a la técnica y la ciencia, principalmente a partir del siglo XVIII. Las críticas de White han sido contestadas por numerosos especialistas, tanto teólogos como ambientólogos, pero aún puede considerarse un tópico contemporáneo, que vendría a confirmarse por la sospecha que levanta en algunos cristianos convencidos la actitud beligerante de planteamientos conservacionistas más radicales, que consideran al ser humano como el principal cáncer del planeta y justifican medidas, incluso coercitivas, para reducir la población mundial. Si ser ecologista es defender el aborto o poner al ser humano por debajo de la defensa de otros seres vivos, o incluso renegar de la existencia de un Creador, muchos cristianos acabarán recelando del ecologismo.
Admitiendo que existen esos planteamiento en algunas ideologías biocéntricas, sería injusto considerar que todo conservacionismo es antihumanista, y que un ecologista convencido ha de ser necesariamente agnóstico. Antes al contrario, la cantidad de pensadores de fuerte convicción religiosa que están seriamente comprometidos con la conservación ambiental es abrumadora. Y lo que es más importante, de un análisis teológico profundo no sólo no se justifica una actitud depredadora con la naturaleza, sino más bien al contrario: si admitimos que el mundo ha sido creado por Dios, deberíamos concluir que cualquier criatura ha sido querida por Dios y que somos responsables (esto es, debemos responder) del uso que hagamos de ellas.
Por si alguno todavía piensa que los católicos tenemos algo en contra la conservación ambiental, convendría que revisara algunos documentos papales de los últimos años sobre estos temas:
Y si a alguno le parece que esto es muy teórico, pero que en la práctica poco se hace en esta línea, le vendrá bien revisar la trayectoria de uno de los pocos políticos ecologistas que tienen poder político real. Se llama Winfried Kretschmann, es católico practicante y pertenece al partido Alianza 90/Los Verdes, ocupando desde el 12 de mayo de 2011 el puesto del jefe de gobierno del estado federado de Baden-Württemberg.

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