domingo, 27 de enero de 2013

La intolerancia de los "tolerantes"

Un manifestante anti-visita del Papa increpa a una peregrina
Me comentaba hace unos días un amigo de la Universidad de Alcalá que en su departamento habían rechazado su propuesta de asignar créditos de libre elección a un ciclo de conferencias que está coordinando con la pastoral universitaria dedicada a la figura de algunos santos que vivieron en Alcalá . Teniendo en cuenta que esos créditos se asignan a actividades extra-curriculares tan variadas como clases de tiro con arco,  flamenco o indología, rechazar esa petición no puede achacarse más que a una manifestación más de la intolerancia religiosa que todavía existe en la sociedad española. Que eso ocurra en un departamento de Historia y Filosofía resulta especialmente llamativo, como si un personaje histórico perdiera todo interés universitario por el hecho de haber sido santo. Cuando, además, algunos de los que trata del ciclo que organiza mi amigo son tan relevantes como San Diego o San Juan de la Cruz, el asunto produce verdadero sonrojo a cualquier intelectual que se precie de ello. ¿Qué concepto tiene de la Universidad quien margina ideas que no comparte? Parece que en este país, algunos estiman que todo es tolerable menos el catolicismo, demostrando con hechos concretos su reducida visión de la tolerancia.
Preparando estos días una conferencia revisé algunas imágenes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Vi la que incluyo aquí, que muestra muy gráficamente la actitud de un "tolerante" ante la visita a Madrid de católicos de distintos lugares del mundo. Ninguna respuesta agresiva por parte de los increpados, ningún incidente durante esos días que cientos de miles de jóvenes estuvieron en nuestras calles. ¿Se imaginan que diría la inteligencia "tolerante" si algo similar si hubiera organizado por católicos, por ejemplo en alguna de las manifestaciones del orgullo gay?
Hace pocas semanas hablaba con el sobrino de un amigo que se ha ordenado recientemente sacerdote. Viste con traje clerical y por ello recibe con cierta frecuencia insultos, desde pederasta hasta cuervo, pasando por otras lindezas que me produce verguenza repetir. ¿Es razonable que en pleno siglo XXI alguien sea insultado por sus ideas? ¿Se imaginan que en nuestra sociedad alguien fuera increpado simple y llanamente por ser judío, budista o musulmán? ¿Se toman realmente en serio la libertad religiosa algunos que se consideran amigos de todas las libertades?

domingo, 20 de enero de 2013

Raíces del Ecologismo

Vivimos en una sociedad que cada vez valora con más evidencia la conservación de la naturaleza, que se percibe como un valor clave para garantizar no solo nuestra salud física, sino también nuestro bienestar ético y espiritual. ¿Desde cuándo se plantea este interés por proteger los ecosistemas? ¿Hasta dónde llega esa preocupación, es una moda pasajera o algo más sustancial?, ¿Debemos plantearnos una nueva ética ecológica que regule nuestras acciones con el planeta? ¿Está en riesgo nuestro futuro? ¿Estamos ante una crisis ecológica sin precedentes? ¿Tienen las religiones un papel en esta situación? ¿Qué implica el “Dominad la Tierra” de la Biblia?
Hemos pretendido dar respuesta a algunas de estas cuestiones en el libro que, junto a la Profesora María Angeles Martín, he publicado en la nueva editorial Digital Reasons, que estoy promoviendo. Este libro ofrece  un recorrido histórico sobre las raíces filosóficas y teológicas de la conservación de la naturaleza, lo que nos permite entender mejor la evolución de las ideas que han arraigado en  la sociedad desde que empezamos a ser conscientes de que los recursos ambientales son limitados y que la habitabilidad del planeta puede estar comprometida con nuestro estilo de vida. De una manera muy divulgativa se adentra en explicar  el debate actual sobre lo que denominamos “ecologismo”, término éste que se aplica al conjunto de iniciativas muy heterogéneas y dispares que se preocupan activamente en defender la naturaleza.
Se plantean asimismo en el libro las diversas posturas ideológicas que pretenden dar solución a los conflictos ambientales del planeta. Especial énfasis se pone en cómo las grandes religiones se acercan a esta problemática, puesto que las religiones llevan consigo esquemas cosmológicos y posturas morales que pueden tener un impacto muy considerable sobre los cambios en nuestra forma de vida que una nueva relación con la Naturaleza reclamarían. Nuestro estilo de vida no es sostenible a largo plazo, y serán precisos nuevos resortes morales para reducir nuestro impacto del medio. De paso, esa mayor frugalidad en el uso de los recursos nos deparará un mayor interés hacia metas espirituales, ya que el ser humano no ansía una felicidad más plena que la que ofrecen los bienes materiales. 
Finalmente, el libro muestra algunos ámbitos en donde se manifiesta ese cambio de actitudes, no sólo en reducir nuestra huella ecológica, sino también en utilizar la Naturaleza como un criterio moral, ya que la bondad de las cosas se adapta a cómo son en realidad y no a cómo nosotros las percibimos.
En esta breve entrevista con María Ángeles Martín se hace una reseña adicional del libro. Os animo a todos a adquirirlo y, de paso, a apoyar el proyecto editorial que estamos promoviendo.

domingo, 13 de enero de 2013

El Bautismo de los niños (y II)

Aprovechando que hoy es la fiesta del Bautismo de Jesús, vuelvo en este blog a tratar el Bautismo de los niños. En mi primera entrada hablaba de argumentos basados en la Sagrada Escritura, pensando principalmente en unos buenos amigos evangélicos que consideran más adecuado esperar que sus hijos decidan por sí mismos si quieren recibir el Bautismo. Hoy hablaré de otros argumentos basados en la Tradición y Magisterio de la Iglesia.
De mi primera entrada, y de los comentarios y discusión subsiguiente a la que dio lugar, parece claro que la Biblia explícitamente ni recomienda ni desaconseja que se bautice a los niños pequeños. Los pasajes que ahí incluí me parece que dan buena prueba que también los primeros cristianos bautizaban a sus hijos pequeños, pero mis amigos parece que no quedaron muy convencidos y ellos interpretan esos pasajes de otra manera. Como de lo que se trata no es tanto de saber si mi interpretación o la suya es la más correcta, sino sobre todo de saber cómo interpretaron los primeros cristianos las palabras de Jesús que ellos mismos escucharon, parece razonable -en éste como en cualquier otro punto de controversia bíblica- saber qué hicieron los primeros cristianos. Tenemos testimonios ya desde el s. II de que los cristianos bautizaban a sus niños pequeños, y son numerosos los textos de escritores eclesiasticos muy antiguos que abogan por esta costumbre. Por ejemplo, el sabio Orígenes (finales del s. II), dice: "La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu” (In Luc. hom. 14, 1.5). Con igual claridad se expresan S. Irineo de Lyon, San Cipriano de Cártago, S. Gregorio Nacianceno y muchos otros (ver, por ejemplo, el libro de Enrique Contreras, El Bautismo, Selección de textos patrísticos, Editorial Patria Grande, Segunda Reimpresión, Buenos Aires 2005: ver otros textos aquí). Claro uno siempre puede argumentar que en el siglo XXI somos más perspicaces que los cristianos del siglo II ó III para interpretar las palabras de Cristo y de sus primeros discípulos, pero la lógica más elemental recomienda lo contrario. Tan sólo Tertuliano, entre los escritores cristianos más antiguos, se muestra contrario a esta práctica.
En cuanto a los documentos oficiales de la Iglesia, la relación podría también ser muy prolija. Para unos padres del s. XXI les debería bastar los puntos que dedica el Catecismo de la Iglesia Católica a este tema (1250-1255). Baste aquí con una frase del punto 1250: "la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento". 
Bautizar a un hijo es simplemente reconocer que la fe es un gran tesoro que estamos transmitiendo a quienes más queremos. No se trata de imponer nada: los chicos serán luego perfectamente libres para decidir practica o no esa fe. Los padres siembran esa simiente, no sólo con el Bautismo, sino también con su vida ejemplar de cristianos, que forma realmente la Iglesia doméstica, en expresión que gustaba mucho repetir Juan Pablo II. Los padres transmiten a sus hijos muchas cosas que juzgan buenas para ellos, desde la misma concepción (ninguno somos preguntados si hemos querido ser concebidos), hasta el alimento, la educación, o los hábitos que consideramos les ayudarán a ser mejores personas.

lunes, 7 de enero de 2013

Mostrar a Dios con el arte

Holy men por Liz Lemon Swindle
Hemos pasado ya las fiestas navideñas con la celebración de la Epifanía de Jesús (la fiesta de los Reyes Magos), y me ha venido a la mente un cuadro que vi hace unos años, y que reproduzco en esta página. Se trata de una obra pintada por Liz Lemon Swindle, una artista norteamericana con una particular sensibilidad para representar algunas escenas de la vida de Jesucristo. Hace algunos años que le doy vuelta a la importancia de transmitir los contenidos básicos de la fe a través del arte: un arte que sea fácilmente comprensible, que inpire a la vez que enriquezca la sensibilidad, que informe y a la vez que agrade. No es lógicamente un anhelo original por mi parte. Buena parte del arte cristiano occidental ha tenido esta motivación, particularmente cuando las personas no podían leer las fuentes originales, el arte proporcionaba un mensaje. Las sucesivas oleadas de estilos siguieron a los cambios de sensibilidad: por ejemplo, el románico es un arte más intimista, más sólido, mientras el gótico inspira un mayor volumen, una dimensión más vertical en al trato con Dios, mientras en el barroco se refleja una mayor grandiosidad y expresividad. Cada uno puede disfrutar con un tipo u otro de arte, pero si el arte cristiano ha cambiado a lo largo de los siglos, con el cambio de las sociedades que lo formaron, llama la atención que ahora no dispongamos de un arte cristiano contemporáneo. Muchos disfrutan con el arte románico, gótico o barroco, y me parece bien. Pero llama la atención que no demandemos un arte religioso ajustado a la mentalidad de nuestra época. No estoy indicando que el arte cristiano haya de ser abstracto o expresionista o impresionista. Simplemente, en primer lugar, que sea verdadero arte: es poco aleccionador contemplar decenas de iglesias contemporáneas que son insustaciales artísticamente: no expresan ni la belleza, ni la claridad, ni la alegría, ni el orden de la cosmovisión cristiana. Ya sé que no puede representarse fácilmente todo esto, pero al menos algún componente. La solución es un arte anodino, y por tanto ausente, lo que llevado a muchos cristianos a refugiarse en un arte de otras épocas. El cuadro que pongo para ilustrar este comentario me parece un buen ejemplo de un arte accesible, que motiva e informa a la vez, que genera un visión amable de la fe. Muestra una escena real, de un niño asombrado por la visita de tres personajes que le regalan cosas. Entrañable, cercano, histórico y contemporáneo a la vez, que motiva y permite reflexionar sobre la escena, que ayuda a hacer del Evangelio vida.