domingo, 23 de junio de 2013

¿Matrimonios para siempre?

Escuchaba ayer a un prestigioso siquiatra, particularmente brillante en sus intervenciones orales. Decía que la mayor epidemia actual en el mundo occidental no es el SIDA, los infartos o los accidentes de tráfico, sino las rupturas matrimoniales. Desde tiempos inmemoriales, la sociedad se asienta sobre la familia, que todavía se considera mayoritariamente como el bien social más apreciado. Esa alta valoración parece convivir con una actitud condesciente ante la extensión del divorcio, como si matrimonio y familia fueran fenómenos desligados. Sabemos por experiencia propia y por tradición histórica que la familia se asienta en el matrimonio, en la estabilidad del amor mutuo entre un hombre y una mujer, que generan nuevas vidas, garantizan la transmisión de los valores éticos, y el soporte de los más débiles, ya sean niños o ancianos. Por eso, urge darle una vitalidad nueva a la institución matrimonial. Por encima de las ideologías, es preciso reconocer que la cultura de la ruptura, del usar y tirar en el matrimonio, tiene impactos sociales muy severos, en la educación de los hijos, en la economía doméstica, en la estabilidad interna de las personas. Como reconocía hace ya algunas años un experto internacional en estos temas: “En general, la investigación acumulada sugiere que la disolución matrimonial implica potencialmente un considerable caos en la vida de las personas (Amato Paul R. (2000). «The consequences of divorce for adults and children», Journal of Marriage & Family 62 (4): pp. 1269–1287).
En este gráfico se muestra la evolución de los datos de matrimonios y divorcios en España en los últimos 15 años, según el Instituto Nacional de Estadística. Hemos pasado en un periodo tan corto de menos de 40.000 rupturas a más de 130.000 (incluyendo divorcios y separaciones). Si a eso se añade la crisis del matrimonio (que se sustituye por otras formas de convivencia), las cifras concluyen que hemos pasado hace 15 años de casi 6 matrimonios por cada divorcio, a 1.5 en 2012. En suma, casí el 65% de los matrimonios en España acaban en ruptura.
Si ha algún sesudo analista social no le parece que esto sea preocupante, a mi desde luego sí, y a otros muchos sociólogos y economistas, que reconocen en la familia el principal armazón de convivencia social, y en estos meses el único alivio de las situaciones dramáticas que la actual crisis económica trae consigo.
¿Y cómo se revierte esta tendencia? Ciertamente son muchos aspectos los que explican la tendencia creciente de rupturas matrimoniales. Una, a mi modo de ver muy sencilla: Egoísmo. Cuando en una pareja cada uno busca su propio interés, las garantías de éxito son pocas. El amor es afirmación del otro, no búsqueda del beneficio propio, sino el de la persona amada. Un santo chileno de nuestros días definía el matrimonio cristiano como "una competencia en darse": justo la actitud contraria de muchas parejas jóvenes, que parecen competir por recibir.  No es una actitud exclusiva del matrimonio cristiano, sin duda, pues hay muchos matrimonios de personas no creyentes que son también estables y basados en la generosidad, pero me parece que la actitud de fondo de un cristiano, que base su compromiso en la generosidad y la apertura a la Gracia, tiene muchas más garantías de éxito. Parece que las cifras así lo comprueban. Frente al 65% del promedio general, entre los cristianos practicantes las tasas de ruptura apenas alcanzan el 3%. No es casualidad, cuando Dios fundamenta la unión entre hombre y mujer, dejan de ser 1+1 para ser 2 multiplicado por infinito.
 

lunes, 17 de junio de 2013

Argumentos digitales para el s.XXI

Hablaba estos días con un amigo periodista, y comentábamos la dificultad de compaginar la información sobre la actualidad con el análisis. Las "news" necesitan ser "nuevas", y al recibir noticias de tantos lugares, es difícil analizar las implicaciones que tienen. Ponemos casi en el mismo papel noticias que son efímeras con otras que pueden cambiar el sentido de la historia futura, porque nos falta perspectiva, porque tantas veces leemos de cosas que no conocemos con detalle y, lo que es peor, que tampoco conocen quienes se dedican a difundirlas. Por ejemplo, quien no haya estado nunca en Turquia o no conozca la historia turca, puede acabar analizando los sucesos que estos días ocurren en Estambul como un caso más de la llamada "primavera árabe", cuando me da la impresión de que tienen más bien poco que ver, aparte de que los turcos tienen poco que ver con el mundo cultural árabe.
Esa necesidad de entender mejor las realidades, tanto las inmediatas como, sobre todo, las más hondas, las que configuran los valores que mueven las sociedades, fue mi principal motivación para iniciar hace unos meses, con el apoyo de varios amigos, un proyecto editorial. Le denominamos "Digital Reasons" porque pretendíamos aportar razones de cierta hondura sobre esos temas de controversia social, y porque todos nuestros libros se publican en soporte digital, en suma son archivos que pueden leerse en cualquier pantalla: desde teléfonos móviles, hasta tabletas, ordenadores portátiles o de sobremesa.
Hasta ahora hemos publicado seis títulos sobre Ecologismo, Libertad Religiosa, Células Madre, Eutanasia infantil, El cristianismo en la Historia y El origen del Universo. Se encuentran en prensa otros sobre evolucionismo, judaísmo, inquisición, eutanasia, métodos naturales de fertilidad, ideología de género, labor social de la iglesia, feminismo, arte y Fe, y conversos del s. XX.
Pretendemos tratar estos temas desde una antropología cristiana, presentando también, con la mayor honestidad posible, los argumentos que otras visiones del ser humano aportan sobre los mismos, analizándolos con hondura y proponiendo razones que permitan superarlos. Nos sentimos continuadores de la obra intelectual de grandes intelectuales como Newman, Chesterton o Joseph Ratzinger, que dialogaron con la cultura de su tiempo desde un conocimiento profundo de la misma, con la convicción de quien busca honradamente la verdad y abre su razonamiento a la trascendencia. Nuestra principal inquietud es crear un proyecto cultural, que tenga amplio impacto en la formación de las ideas que lideren la sociedad en la que vivimos. Cada lector puede convertirse también en protagonista del libro, al facilitar sus propias ideas al autor y a otros lectores, a través de un blog interno para cada libro.
Presentamos el proyecto en un sencillo acto este jueves día 20 a las 8 de la tarde. Quienes esteis interesados en colaborar de alguna forma con el proyecto, no dudeis en escribirnos.

domingo, 9 de junio de 2013

Ecología humana

Hace pocos días fue el día mundial del medio-ambiente. Estamos en una encrucijada ambiental que requiere un cambio en nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza. El equilibrio de la vida, el acceso justo a los recursos de la Tierra, la herencia a las generaciones futuras lo requieren urgentemente. Pero no sólo es la propia naturaleza quien sufre las consecuencias de nuestros desenfrenos, sino también nosotros mismos. El desequilibrio con el entorno es un reflejo del desequilibrio que media en nuestras relaciones mutuas, de la profunda crisis de valores que afecta a las relaciones sociales. Como indicaba el Papa Francisco en su última audiencia de los miércoles: "La persona humana está en peligro: (...)  lo que domina son las dinámicas de una economía y de unas finanzas carentes de ética. Lo que manda hoy no es el hombre: es el dinero, el dinero; la moneda manda. Y la tarea de custodiar la tierra, Dios Nuestro Padre la ha dado no al dinero, sino a nosotros: a los hombres y a las mujeres, ¡nosotros tenemos este deber! En cambio hombres y mujeres son sacrificados a los ídolos del beneficio y del consumo: es la «cultura del descarte». Si se estropea un computer es una tragedia, pero la pobreza, las necesidades, los dramas de tantas personas acaban por entrar en la normalidad. Si una noche de invierno, aquí cerca, en la vía Ottaviano por ejemplo, muere una persona, eso no es noticia. Si en tantas partes del mundo hay niños que no tienen qué comer, eso no es noticia, parece normal. ¡No puede ser así! Con todo, estas cosas entran en la normalidad: que algunas personas sin techo mueren de frío en la calle no es noticia. Al contrario, una bajada de diez puntos en las bolsas de algunas ciudades constituye una tragedia. Alguien que muere no es una noticia, ¡pero si bajan diez puntos las bolsas es una tragedia! Así las personas son descartadas, como si fueran residuos" (5 de junio de 2013).
Creo que es una expresión que emplearemos con frecuencia en el futuro: "la cultura del descarte", del usar y tirar, que aplicamos por igual a los envases del "burger" como a trabajadores que llevan quizá décadas sacando adelante una empresa.  Como consecuencia de ese consumismo irrelevante, que no da la felicidad, porque el ser humano no puede llenarse solo de cosas materiales, estamos perdiendo la sacralidad de la vida humana, como perdimos hace un par de siglos la sacralidad de la naturaleza: hemos olvidado que ambas nos exceden, que son Creaciones de Dios con un propósito: no somos quien para alterarlas.
Si perdemos de vista la ecología ambiental, también perderemos la humana y viceversa. "Esa «cultura del descarte» -proseguía el Papa- tiende a convertirse en mentalidad común, que contagia a todos. La vida humana, la persona, ya no es percibida como valor primario que hay que respetar y tutelar, especialmente si es pobre o discapacitada, si no sirve todavía —como el nascituro— o si ya no sirve —como el anciano—. (...) El consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. ¡Pero recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre! Invito a todos a reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados." (Miércoles 5 de junio de 2013).

domingo, 2 de junio de 2013

Una forma distinta de hacer política

No soy muy original si señalo que asistimos a una crisis que tiene facetas y raíces mucho más relevantes que la económica. Por tanto, las vías de escape no son, no pueden ser, sólo económicas, pues estaríamos sólo arañando la superficie. Necesitamos un orden distinto de valores, donde pongamos de nuevo en el centro al ser humano, que en algún momento de nuestra historia contemporánea se ha convertido de fin en medio. Un medio para el consumo, para la producción, para la política, para el ocio, incluso para el sostenimiento ambiental. Pero deberíamos recordar que el consumo está para atender nuestras necesidades (no nuestros caprichos), la producción para proveernos de esas necesidades, y la política un medio para conseguir que el mayor número de personas sean felices: porque tienen medios razonables para ganarse la vida, porque tienen una familia que les quiere, unos amigos a los que puede acudir, una educación que le hace más generoso, más solidario...
Me ha sorprendido el testimonio personal del presidente de Uruguay, José Mújica, un hombre con una vida intensa, que ha sabido llegar a la madurez valorando lo que realmente son valores, un político que es capaz de seguir conviviendo con su gente, de estar cerca, de conocer los problemas de los demás, de seguir viviendo en sencillez. El ejemplo de este señor, el del Papa Francisco, nos muestra que uno puede ser líder y seguir manteniendo sus principios incluso su forma sencilla de vivir.
Os dejo un enlace a la entrevista que hicieron a Mújica en el programa de los Desayunos de TVE. Hay muchas frases que valen para titulares: "Vivir mejor no es solo tener mas, sino ser más feliz", "Soy sobrio para tener más tiempo", "¿Quién está a favor del aborto?", "La guerra es un recurso prehistórico"