martes, 25 de marzo de 2014

La oración por la vida

Tras unos días de incertidumbre, parece que el avión malasio del que tanto se ha especulado en las últimas semanas, se estrelló en algún lugar del oceano índico. Los rostros de los familiares en su ansiosa espera han llenado las portadas de los medios de comunicación. La solidaridad de compañeros y amigos se ha mostrado de diversas maneras, una de las más llamativas un inmenso panel donde podía leerse: "Apoyemos a las víctimas y sus familias escribiendo buenos deseos y oraciones". Qué cosa tan humana apoyar a quien vemos que sufre, y qué cosa tan humana hacerlo con oraciones, que expresan el deseo de unirnos espiritualmente con quien sufre, de mostrarle que no nos resulta indiferente.
Me venía esta idea a la cabeza hoy que celebramos los cristianos la jornada de oración por la vida, precisamente en el día en el que conmemoramos que Jesús se hizo humano, apenas unas células, como cualquier niño. En este día comenzó la gestación de Dios hecho hombre, y tomamos de ello ocasión para pedir por tantos niños a los que no dejarán nacer, por tantos que han nacido y no les dejan vivir su infancia, que son maltratados, explotados, que no reciben cariño de quien más lo esperan. La oración por la vida se extiende a todos los que viven, sean niños o ancianos, sanos o enfermos, cultos o ignorantes, también, por qué no, a cualquier forma de vida, a los animales y las plantas, pues todos dan gloria a Dios siendo como son, llevando a plenitud lo que Dios quiso que fueran.
La vida está amenazada, la vida humana en su origen, en su destino final, la vida de tantas especies animales o plantas. La soberbia, la ambición, el afán de poder lo llena todo y quiere acabar con las vidas, no dejarlas vivir. Se vista como se vista, cualquier atentado a la vida, cualquier interrupción de la vida es un atentado a las demás vidas, nos afecta a todos. No podemos permanecer indiferentes. Algo debemos hacer para extender la cultura de la vida, para mostrar la belleza de toda forma de vida, para respetarla desde su inicio, para convencer al mundo de su carácter sagrado.

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