domingo, 30 de agosto de 2015

Por qué cuidar la Tierra según la "Laudato si"

Salió hace unos días una noticia sobre el incremento observado (y previsible) en el nivel del mar, a partir de un estudio realizado por científicos de NASA. Si estoy de suficiente humor, a veces me entretengo leyendo los comentarios que realizan en la versión digital del periódico a este tipo de artículos científicos, que en el caso de los relacionados con el cambio climático rozan con frecuencia el esperpento. Los sesudos "comentaristas" aportan sus datos incontestables que echan por tierra las conclusiones del estudio en portada, datos que naturalmente los científicos autores de dicho estudio no citan, ya que están financiados por no sé sabe qué multinacional ecologista que es quien realmente promueve el cambio climático. Algunos en su delirium tremens atribuyen tal confabulación climática al "zapaterismo", o incluso al recien erigido ayuntamiento de Madrid.
En fin, la cuestión sería divertida si no fuera porque esta politización estúpida de un tema de enorme calado científico, que centra el trabajo de centros de primer nivel mundial (Max Planck, NOAA, NASA, Meteo France, Hadley Center, PIK y muchos otros), está detrás del cierto escepticismo que ante el cambio climático se observa entre personas que solo lo conocen por los medios. Extendiendo el asunto, podemos decir que algo parecido ocurre con otras cuestiones ambientales, que un cierto tipo de personas -influidas por su orientación política o cultural- considera de poca importancia, fruto de la exageración de quienes quieren, en el fondo, introducir otras cuestiones.
He observado esta misma actitud en algunas personas que reciben cordialmente las palabras y los escritos del Papa, pero que todavía andan desconcertados con la Laudato si, que o bien critican abiertamente o al menos consideran como un texto muy circunstancial, particularmente en la primera parte de la encíclica, cuando habla precisamente de los principales problemas ambientales del Planeta. Se me ocurren algunas consideraciones para estas personas:
1. No es la primera vez que un Papa habla de estas cuestiones. Hay muchos textos de S.Juan Pablo II y Benedicto XVI en terminos muy similares a los que usa la Laudato si.
2. La encíclica no apoya una visión extremista de la cuestión ambiental, sino que realiza un juicio muy ponderado de lo que actualmente se sabe sobre los principales problemas. En el caso concreto del cambio climático, hay algunos temas en discusión, pero la posición de los científicos sobre esta cuestión es bastante unánime y la encíclica la recoge con bastante ecuanimidad.
3. Todavía más importante que las anteriores, las razones de fondo para cuidar la naturaleza no son fruto de los problemas observados. Aunque la encíclica introduzca la importancia de cuidar el planeta sobre la costación de los grandes problemas ambientales que estamos generando, la razón última del cambio que propone la encíclica (de la conversión ecológica, como textualmente indica) es el reconocimiento del valor intrínseco de las demás criaturas creadas. No se trata de que cambiemos nuestra actitud de depredación ambiental hacia el cuidado porque esté en juego nuestra supervivencia (que lo está), sino porque es lo que Dios ha querido al diseñar la Creación. En pocas palabras, hubiera o no problemas ambientales, el mensaje final de la encíclica sería muy similar: ¿qué papel jugamos en la Creación?, ¿qué relaciones deberíamos tener con las demás criaturas?. ¿qué derecho a usar los recursos que compartimos con ellas? Además, a esta razón teológica, se añade otra social, fruto de que los problemas ambientales son muy severos, lo que lleva a que el cambio de mentalidad se muestre como más necesario. En definitiva a las preguntas anteriores se añade: ¿qué derecho tenemos a usar los recursos que necesitan otras personas, también las que vivirán en el futuro?
En definitiva, cambiar nuestro enfoque, de usar el planeta a ser parte de él, no se fundamenta en lo mal que van las cosas, sino en cómo quiere Dios que vayan. Aunque fueran bien, deberíamos hacer ese cambio, porque es lo más acorde con la verdad última de las cosas. Claro cuando la verdad íntima no se respeta se encienden los pilotos rojos, pero incluso negar que haya pilotos rojos tampoco justifica negar el argumento de fondo.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Lo trivial y lo importante

Sigo de vacaciones en Colonia, ya con un pie en el avión de retorno. Además de la singularidad del
país, este año las vacaciones han tenido la novedad de la enfermedad. Tras casi quince días de mi retorno de Indonesia, caí en la cuenta de que me había traído un desagradable pasajero, muy pequeño pero susceptible de cambiar súbitamente la salud y el ánimo. Una infección bacteriana me tumbó de un día para otro a la cama, donde intento recuperar la armonía fisiológica en los últimos cuatro días. Es curioso que hagamos planes cada vez más intensos, intentando llenar el tiempo que tenemos para sacarle su máximo fruto, y de repente un animal microscópico nos altere completamente los planes. He pensado estos días en ese sencillo hecho, junto a fiebres altas y dolores de cabeza intensos: nuestra capacidad de predecir es limitada; no tenemos todo bajo control. Hace falta bien poca cosa para que se altere completamente el panorama vital. Como al fin y al cabo somos alma y cuerpo, en perfecta armonía, el desajuste biológico se marca en el estado de ánimo, por más que uno procure darle al suceso una significación más alta. Siempre es complicado entender el sentido del dolor, de la enfermedad, del mal, porque tenemos una tendencia a encontrar las razones de las cosas. Pero también es razonable considerar que somos frágiles, que no dependemos de nosotros mismos. Parece que sólo nos define lo que es fruto de la libertad, pero también hay acontecimientos que no elegimos y que influyen en nuestro carácter: el trato con personas con quienes podemos no estar de acuerdo, realizar actividades que no son agradables, y sobre todo la enfermedad, el diálogo entre nuestro cuerpo y el entorno, casi siempre en perfecto equilibrio pero que a veces se distorsiona. También del dolor puede aprenderse. Y todavía tiene un significado mayor si ese dolor tiene un sentido sobrenatural, es ocasion de entender mejor el dolor de Jesús por nuestros pecados, el de tantos inocentes, con los que entonces nos une una conexión mucho más estrecha.

lunes, 17 de agosto de 2015

Propaganda e ideología

Colonia en 1945
Estoy estos días pasando mis vacaciones en Colonia, una de las ciudades con mayor tradición histórica de Alemania. Al visitar cualquier monumento es fácil recordar el tremendo impacto que tuvo la II Guera Mundial, cuyo setenta aniversario celebramos también estos días. Salvo la magnífica catedral gótica que preside la ciudad, que salió milagrosamente ilesa de los intensos bombardeos, todos los demás edificios civiles y religiosos sufrieron de un modo u otro las consecuencias del avance aliado. Convivir estos días con el pueblo alemán, lleva casi instintivamente a reflexionar sobre el origen del conflicto. Dejando a un lado las raíces históricas de la guerra, las consecuencias de una paz mal negociada, de una tremenda depresión economica y social, sigue sorprendiendo cómo uno de los pueblos más cultos de Europa pudiera verse atraída por la barbarie del nazismo. Naturalmente la cuestión es mucho más compleja de lo que puede plantearse en estas pocas líneas, pero la cuestión de fondo sigue siendo la misma: hasta los pueblos mejor educados pueden caer en el populismo, en la perniciosa influencia de ideologías nefastas, que bajo la promesa de una redención inmediata, acaban destruyendo los valores más elementales de una sociedad. La ideología nazí consiguió encandilar a los alemanes (a una buena parte de ellos, al menos), con promesas de gloria que acabaron en el desastre. La eugenesia, la primacía racial, el control policial del estado se vendieron habilmente como soporte imprecindible de la nación, del progreso, o incluso del cuidado ambiental.
Es una buena lección para los tiempos que vivimos, un motivo de reflexión sobre la posibilidad de que cualquier pueblo sea manipulado hasta extremos que años más tarde nos parecen ridículos. El aparato estatal al servicio de una idología hueca, ya sea en nombre la raza, la nación, o la cultura propia acaba produciendo una confusión social que solo algunas personas son capaces de resistir. Son lecciones para todos los tiempos y sociedades, de los que ningún país o nación está indemne.

sábado, 8 de agosto de 2015

Cristianos en minoria

Catedral de Bogor, Indonesia
Casi todos los días aparece una noticia terrible sobre la persecución de los cristianos en países de mayoría musulmana, donde una interpretación exclusivista del Islam, está acabando con siglos de convivencia pacífica. La violencia en nombre de Dios no sólo está siempre injustificada, sino que resulta una blasfemia, pues nada es más ajeno a Dios que la violencia.
Cuando en España pensamos en países de mayoría musulmana, vienen a la cabeza instintivamente los árabes, en donde el Islam arraigó desde su nacimiento. No hay que olvidar, sin embargo, que el país del mundo con más musulmanes es Indonesia, donde ahora me encuentro por razones profesionales. Precisamente estos días se ha celebrado el congreso del partido musulmán mayoritario en el país. En la prensa han aparecido referencias a este evento, y a la necesidad de mantener la diversidad cultural y religiosa del país, donde no solo hay una minoria cristiana importante, sino también budista, hindu, y musulmana de otras orientaciones (principalmente sufíes y chiies). Por el momento, la convivencia parece tranquila, y no he notado ningún síntoma de problemas religiosos en los pocos días que he estado aquí, donde he podido asistir a misa en la catedral de Bogor, una ciudad de unos tres millones de habitantes cercana a Jakarta.
Aunque a veces tendamos a pensar, sobre la imaen que tenemos en Europa, que el cristianismo se "bate en retirada", no es realmente así, ya que en otros continentes y sobre todo en Africa y Asia está creciendo notablemente. Estos días he visto mucha gente en las muy tempranas misas (a diario a las 6 am), lo que indica un notable interés por nuesta Fe. Sin duda, Asia es el continente que va a regir el mundo en los próximos años, gracias a su empuje demográfico y a su dinamismo económico, aunque todavía hay muchas fracturas sociales, así como una enorme proporción de personas que viven en la pobreza extrema. Asia es la cuna de todas las grandes religiones (desde el Próximo al Lejano Oriente), y tiene una profunda tradición cultural y espiritual. Los cristianos de estos países parecen ser tan dinamicos como las propias sociedades, con mucha gente joven en las iglesias, incluidos sacerdotes y religiosas. Hay mucha esperanza cristiana para esta sociedad, aunque sigan viviendo -y tal vez por eso- en minoría.