domingo, 30 de octubre de 2016

Un puente para el cementerio

Este fin de semana ha salido con frecuencia en la conversación el puente laboral que varios de mis amigos tienen pensado tomar mañana. Parece que los dirigentes educativos tomaron esa decisión hace algunos meses y, claro está, cuando los colegios cierran casi todo cierra (a ver qué hacen los padres con sus hijos). Me llamó la atención la oportunidad de este puente, y esas conversaciones todos los justifican por aquello de que "en estos días hay que visitar los cementerios". Entonces, parece que el objeto de la vacante laboral es continuar una larga tradición que cifra en el 1 de
noviembre el momento para visitar las tumbas de familiares y amigos difuntos. En suma, que se trata de festividad de origen nítidamente católica, ya que el día coincide con la celebración litúrgica de la festividad de Todos los Santos, y naturalmente no tiene mucho sentido visitar un cementerio si no implica una cierta creencia en la inmortalidad del alma. Por esa razón, por los recuerdos que nos merecen quienes convivieron con nosotros, lo cementerios se llenen de las flores, como un pequeño regalo a quienes, como indican la mayor parte de las lápidas, "estarán siempre en nuestro recuerdo".
He visitado la página de distintas organizaciones del laicismo beligerante y no veo especiales quejas porque el Estado tenga la osadía de declarar fiesta laboral una conmemoración religiosa. Se ve que en materia de vacaciones el consenso es más sencillo que en otras cuestiones. De hecho, les guste o no les guste a los más ruidosos defensores del supuesto carácter laico del Estado (recordemos, una vez más, que el Estado español no es laico, sino no confesional, que es muy distinto), buena parte de nuestras festividades laborales son religiosas, por más que se quiera re-bautizar su sentido con ocurrencias más o menos ingeniosas: Navidad sería el solsticio de invierno; Semana Santa el estallido de la primavera, San José el día del padre y la Inmaculada quien sabe, tal vez la Venus de Milo.
En fin, una vez más tendremos que reconocer que nuestra historia y nuestra cultura tienen una raíz católica tan evidente que ignorarla es simplemente aumentar las posibilidades de no entender casi nada. Por eso, me parece especialmente relevante incluir la cultura religiosa como asignatura en los colegios. No estoy hablando de dar catequesis en los centros educativos (para eso están las parroquias), sino de explicar la historia, la liturgia y las costumbres cristianas, que son herramientas clave para entender manifestaciones diarias de nuestro espacio cultural, desde el lenguaje hasta los monumentos, pasando por nuestra mejor pintura o literatura. También para entender las festividades, como la del 1 de Noviembre, o acabaremos disfrazándolas -como ya ocurre con esta fiesta de todos los santos- de un esperpento exótico, más propio de otros países con mucha menos tradición cultural.

domingo, 16 de octubre de 2016

Muchos siglos de misericordia

Quedan apenas unas semanas para que concluya el año de la Misericordia, propuesto por el papa Francisco para recordar a todos los cristianos la infinita comprensión que Dios tiene con nosotros, pero también para interpelarnos a que seamos imagen viva de esa misericordia en los demás. Quizá la mejor imagen de la misericordia cristiana es la parábola del buen samaritano que propuso Jesús como respuesta a una pregunta "legalista" de un rabino con el que dialogaba. -"¿Quién es mi prójimo?" le preguntó, y Jesús le dio una imagen muy gráfica de cómo ser prójimo, próximo, indicándole cómo se aplica el precepto del amor a los demás: a todos y siempre.
Bien tomaron nota los primeros cristianos de lo que significa el amor al prójimo, y desde el inicio de la Iglesia su multiplicaron las manifestaciones de fraternidad que abarcaba a todos. "Nadie pasaba necesidad", nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, porque cada uno procuraba proveer con sus bienes. De esa primitiva caridad de la Iglesia han surgido literalmente miles de iniciativas que a lo largo de la Historia nos muestran el rostro amable de Jesús, en las acciones de quienes se consideran sus discípulos. Hospitales, hospicios, escuelas, talleres profesionales, universidades, hospederías, casas de acogida, y un larguísimo etcétera que ha jalonado la historia de la Iglesia a lo largo de los últimos veinte siglos.
Este es el mejor resumen del nuevo libro que publica Santiago Cantera, profesor de Historia en el CEU y ahora prior del monasterio del Valle de los caídos. La acción social de la Iglesia en la Historia es un repaso a las múltiples labores sociales que han emprendido las instituciones católicas a lo largo de su historia. Evidencia que la auténtica caridad cristiana no es mera limosna piadosa, como muchas veces se insiste en decir, sino que tiene una raíz muy profunda para el cristiano y que se puede manifestar de muchas maneras en la atención espiritual y material al prójimo: limosna, atención sanitaria, enseñanza, consejo, consuelo, etc.; y, por supuesto, la oración por las necesidades ajenas y por los difuntos, y la difusión de la fe de salvación (evangelización), como el mayor don que uno puede transmitir.
Para quien resume la historia de la Iglesia en las Cruzadas, la Inquisición y Galileo, le vendrá muy bien ampliar su visión con este texto, profusamente documentado, que muestra con hechos que la Iglesia prefiere "dar trigo", resolver problemas reales de las personas, en lugar de darse autobombo. Quien pone los ojos en Dios que todo lo ve no necesita hacer propaganda, porque no tiene su meta en ser aplaudido por los hombres. Ahora bien, sería muy injusto no tener en cuenta ese rastro inmenso de bien que han hecho los católicos a lo largo de los siglos, imposible de recoger en un solo texto. Obviamente, también ha habido sombras -la Iglesia está formada por seres humanos, con toda su fragilidad-, pero no puede juzgarse objetivamente, hacer un balance, sin conocer a fondo las luces, muy extensas, que jalonan su desarrollo histórico.

miércoles, 12 de octubre de 2016

España en la Historia-ficción

Hoy es la fiesta de la Virgen del Pilar, que coincide con la celebración del día nacional, en recuerdo de la conquista de Granada y del descubrimiento "europeo" de América. Tres cuestiones que están mucho más relacionadas de lo que parece, puesto que la conmemoración de nuestra Patrona está tan metida en las entrañas culturales de nuestro país como para ser un factor decisivo del final de la Reconquista y del impulso aventurero, en buena parte evangelizador, que permitió colonizar todo un continente.
Seguramente será el nuestro uno de los pocos países donde buena parte de los intelectuales sienten verguenza de su Historia, o quizá de lo que entienden o malentienden de ella. En lugar de subrayar las grandes aportaciones de nuestro país al desarrollo humano, nos afanamos en evidenciar sus excesos, en subrayar sus carencias o en deformar sus motivaciones. Es llamativo que la famosa "leyenda negra" que tejió la intelectualidad protestante y/o antiespañola en los siglos XVII a XIX siga sustentando buena parte de las opiniones de nuestros profesores y, por ende, de los alumnos a quienes enseñan.
Para muchos seguramente hubiera sido mucho más conveniente que los pueblos germanos que invadieron nuestro país en los siglos V a VI no se hubieran convertido al cristianismo, y así todos ahora podríamos adorar a Odín, Thor o Njord, a reverenciar los árboles o a seguir organizando aquelarres. Para otros, lo ideal hubiera sido mantenernos como imperio musulmán, ser gobernados ahora por clérigos, disfrutar de las llamadas a la oración a las 5 de la mañana, practicar un mes de ayuno y generalizar los velos femeninos. Naturalmente, todo ello en aras de la progresía y el buen gusto, pues claro está que todo es mejor que ser cristianos.
Pero lo cierto es que en nuestra historia real, fue el cristianismo quien fundamentó nuestro desarrollo social, cultural y económico. Fueron instituciones cristianas las que fundaron universidades, hospitales, escuelas, hospicios, y hasta cajas de ahorro (un capitalismo social tristemente eliminado por los partidarios del liberalismo o socialismo capitalista, que para el caso es casi lo mismo). Fue la inspiración cristiana la que promovió la protección de los derechos de los indígenas en América, frente a los excesos de quienes abusaban de la lejanía al poder real. Fue el universo cultural cristiano quien fundamentó nuestro siglo de oro, en la literatura, la pintura o la mística. Nuestros mejores monumentos son catedrales (desde las góticas las modernistas), los españoles más ilustres, mas conocidos y citados internacionalmente, fueron -y en buena medida siguen siendo- nuestros santos. ¿Cuándo empezaremos a entender nuestra Historia? Quizá cuando se consiga la suficiente honestidad intelectual para salvar los prejuicios y se comience a analizar los hechos al margen de la ideología.

domingo, 2 de octubre de 2016

Espiritualidad sin espíritu

Participé ayer en una sesión TEDx en Guadalajara, organizada por entusiasta de este tipo de actividades. Se trata de un formato bastante original, donde varios ponentes presentan en un tiempo limitado (cada uno 18 m) un tema específico que han formulado antes. Yo tengo costumbre de ver estas sesiones, pero no sabía que había organizadores locales en España, así que no dude en aceptar la invitación que me hicieron hace unas semanas para participar en el evento. Se realiza en un salón de actos, con asistencia de público muy variado. Suelen ser charlas bastante inspiradoras y que además ayudan a mejorar el idioma (todas las que había visto eran en inglés), aunque en este caso se hicieron en español.
No voy a comentar ahora las ponencias que allí se presentaron, ni la magnífica organización que los voluntarios de TEDx habían desarrollado. En otra ocasión haré mención a este asunto. Mi reflexión de esta semana va en la línea de una de las charlas presentadas, donde una socióloga presentaba algunas ideas para gestionar mejor nuestras pasiones, convirtiéndolas en aliados para superar nuestras deficiencias de carácter. La ponente era muy entusiasta, y su modo de presentar el tema bastante original, basado en dibujos, pero me llamó sobre todo la atención el contenido del mensaje, que tocaba temas relacionados con el carácter y las virtudes sin citar para nada el legado cristiano donde se han interpretado en nuestra cultura. En realidad sí que lo cito, de pasada, para despreciarlo. Me llamó la atención, una vez más, que un elemento tan radical del sentido cristiano de la vida se reinterpretara de modo tan completamente ajeno, incluso a la dimensión espiritual del ser humano, que ni siquiera se mencionaba. Si la persona que hablaba viniera de sociedades culturalmente extrañas a la nuestra sería más fácil entenderlo; si viene de un núcleo de la provincia Guadalajara invita a pensar hasta dónde llega el alejamiento cultural de nuestras raíces cristianas, que no sólo se desconocen, sino que se consideran -casi por moda- negativas.  Ese abandono se sustituye por nada, y se intenta insuflar entusiasmo inconsistente, en lo que antes tenía unas raíces muy profundas que sostenían una visión del ser humano capaz de superar crisis muy profundas.
Conversaba hace años con un amigo sobre sus prácticas de piedad cristianas, y me comentaba que para tratar a Dios no hacía falta ir a la iglesia. Pocos años más tarde, algunos afirmaban que para ser espirituales no hacía falta creer en Dios. Ahora parece que vamos todavía más lejos y algunos afirman que para ser humanos no hace falta ser espirituales. Pero eso es precisamente lo que nos hace ser humanos, que somos espirituales, que tenemos una dimensión que trasciende lo material, que somos mucho más que un cerebro con extremidades. Negar la dimensión espiritual no solo implica negar la religión, sino en realidad cualquier manifestación cultural, desde el arte a la literatura, desde la música a la pintura. ¿Qué nos pasa? ¿por qué nos hemos alejado tanto del cristianismo hasta considerarlo extraño,  hasta negarle toda legitimidad, toda posibilidad de darnos sentido?