lunes, 29 de mayo de 2017

Irán, un país por descubrir (I)

Escribo estas líneas desde Irán, un país que pocos conocen directamente, aunque salga con tanta frecuencia en los medios de comunicación. He venido a un congreso profesional, aprovechando el fin de semana para conocer algunos otros lugares emblemáticos del país. Quizá cuando se habla de un estado religioso todo el mundo piense en Irán, donde ciertamente el máximo poder está en una autoridad religiosa (en este momento en el ayatollah Alí Jamenei), que es además elegida por una comunidad religiosa (el consejo supremo de la república islámica). Naturalmente para un europeo del s. XXI esto es difícil de comprender, pero conviene conocer un poco la historia de este país para situar el origen de esta institución, fruto de una revuelta popular contra un régimen pro-occidental (poco religioso por tanto), profundamente corrupto y con un registro atroz, al menos en los últimos años, de torturas y matanzas de enemigos políticos. La revolución islámica fue popular al inicio, pero han pasado casi cuarenta años y ahora tengo la impresión, tras hablar con varios colegas universitarios y guías de mi viaje, que el entusiasmo revolucionario ha pasado, y que una gran parte de la población quiere un Irán más abierto al exterior, más laico y más democrático. Ahí están los que votaron por el actual presidente Rohani (que ganó con el 60% de los votos), desafiando al candidato a quien había elegido personalmente Jamenei. No sé cuanto durará más este estado de cosas, pero sí tengo la impresión que el país vive de manera mucho más amable su religión y su apertura al mundo de lo que sus barbudos líderes manifiestan. Estamos en Ramadán y, aunque oficialmente no se puede ni beber, ni comer, ni fumar durante las horas de sol, la gente lo hace con cierta discreción. Las tiendas son bastante similares a las nuestras, dentro de su cultura obviamente, y el inglés sigue siendo con diferencia el segundo idioma más preferido por los jóvenes estudiantes.
Jardín persa en Shiraz
La amabilidad de los iraníes y la seguridad del país hará éste un destino muy atractivo para muchas personas que quieran disfrutar de una cultura muy distinta a la nuestra, sin olvidar las raíces históricas que precedieron al Islam: desde medos, persas y partos, hasta el Imperio sasánida. Afortunadamente, muchos de esos tesoros culturales se han mantenido, enriqueciéndose con las aportaciones del Islam en las bellas mezquitas de Teheran, Esfahan o Shiraz.
En próximas entradas abundaré un poco sobre mis impresiones de este país, aunque ciertamente sean muy elementales, ya que sin vivir años en él y conocer y lengua, siempre serán fruto de comparaciones que pueden ser más o menos acertadas. En cualquier caso, recomiendo vivamente su visita. Ahora no es un país muy turístico, pero tiene un potencial impresionante, tanto en parajes naturales como en herencia artística. Sus gentes son amables y viven con fidelidad, ésa ha sido mi experiencia y la de otros europeos que he preguntado, esa hospitalidad oriental que no sabe de intereses, sino de personas.

domingo, 21 de mayo de 2017

A vueltas con la Masonería


En  mi adolescencia todavía estaba de moda la famosa "conjuración judeo-masónica", con la que parecía justificarse cualquier tipo de desgracia, ya fuera social, económica o incluso de origen natural. Así las cosas, quedaba en la memoria colectiva que eso de ser judío o masón estaba asociado al carácter conspirador, no se sabía muy bien frente a qué o quién, ni por parte de quién o qué, pero así las cosas era terreno del que convenía alejarse por prudencia.
Luego estudié Geografía e Historia, y ya pude poner cara y actos a los judíos, aunque mucho menos a los masones, que me siguieron pareciendo a medio camino entre la ficción y la realidad. Quienes achacaban a la masonería buena parte de nuestros debacles históricos, me parecían personajes proclives a la exageración o quizá a la fantasía. La imagen se hizo algo más nítida al estudiar Historia Contemporánea, de la mano de la magnífica profesora Ruíz de Azua, en donde los masones aparecían relacionados con algunas de los movimientos revolucionarios más relevantes del siglo XIX (unificación italiana o independencia de las colonias españolas en América), para mostrar un fuerte protagonismo en la Primera y Segunda Repúblicas españolas, en donde la lista de masones, siempre dudosa por aquello de ser más bien sociedad secreta, resultaba bastante prolija.
Más allá de estas referencias, poco he profundizado, entiendo que como el común de los mortales, en las sociedades masónicas, que me han seguido pareciendo más bien cosa del pasado. Sin embargo, el último libro del Profesor Manuel Guerra da bastante luz sobre los fundamentos ideológicos, las prácticas rituales y el alcance socio-político de la Masonería, por lo que me parece muy recomendable para quienes quieran profundizar en esta temática. El Prof. Guerra lleva bastantes años trabajando en la cuestión, asi que el libro resulta de notoria autoridad. Además, el autor combina este conocimiento con una amplisima cultura teológica que le permite aportar también un juicio certero y equilibrado sobre las relaciones entre masonería y cristianismo, que siguen siendo -no lo olvidemos- incompatibles, pese a quienes quieren dulcificar el carácter ideológico de la masoneria. El Arbol Masónico resulta un libro de muy recomendable lectura, muy amplio y bien documentado, que facilita una visión actualizada y crítica de esta institución, que sigue pareciendo anónima al ciudadano medio pero que todavía cuenta con una indudable influencia social y cultural.

domingo, 14 de mayo de 2017

¿Cuidar el ambiente es de izquierdas?

Paseaba hoy por el carril bici madrileño, en una preciosa mañana dominical, disfrutando de esta infraestructura que me resulta ya muy familiar. Me sigue pareciendo una iniciativa excelente de quien fuera -en mi opinión- uno de los mejores alcaldes que hemos tenido en Madrid. Los tópicos que marcan las tendencias políticas, por alguna extraña razón que desconozco, asimilan el cuidado del medio ambiente a los partidos-personas de izquierda, pero en esto -como en tantas cosas- hay que distinguir entre teorías y hechos. El hecho concreto es que los "agujeros" del carril bici no se han rellenado por el ayuntamiento actual (tras dos años de gestión), que parece más interesado en cambiar nombres de calles que en mejorar la viabilidad sostenible del municipio. De momento, sólo he recibido del actual consistorio una encuesta donde dicen que van a hacer tal y tal cosa, pero aún no he
visto nada concreto: sigue sin cerrarse el carril bici, no se han mejorado nada sus tramos más conflictivos, y sinceramente no veo que la política de promoción del tranporte colectivo o los coches eléctricos sea más que una declaración de intenciones. A mi modo de ver la única medida de cierto calado en favor del ambiente ha sido la prohibición de circular a los coches en momentos de máxima congestión atmosférica. Gracias a eso, por vez primera muchos conductores se plantean comprarse vehículos de menor emisión o enterrar defnitivamente los diesel. La medida implica un coste cero para el ayuntamiento, asi que no puede decirse que el consistorio madrileño haya invertido gran cosa en el ambiente de la ciudad: veo los mismos jardines que antes, los mismos kilómetros de carril bici, las mismas bicicletas urbanas, las mismas bonificaciones para vehículos híbridos... en fin, la conclusión que saco es que el gobierno más emblemático de Podemos no parece evidenciar una preocupación ambiental efectiva.
Hasta aquí los hechos, que podríamos multiplicar con otros muchos ejemplos de gobiernos de izquierdas que en el pasado han tenido una lamentable trayectoria ambiental (la URSS, por ejemplo), y que ahora continúa China (con indicadores ambientales nefastos, aunque hay mejoras en los últimos años), Corea del Norte, Venezuela o Cuba (con matices, naturalmente). Sin embargo, son los gobiernos de centro o centro izquierda (Alemania, Países Bajos, Suecia, Dinamarca, Noruega) los que han tomado medidas reales para cambiar su forma de relacionarse con el ambiente, para construir economías de baja emisión. Aquí, ni unos ni otros parecen interesados en la materia, y seguimos esperando que se modifique el absurdo regimen de las renovables o que los presupuestos del Estado aprueben las ayudas a la adquisición de coches eléctricos: veremos qué papel juega Podemos en esos cambios, aunque me temo que no está en lo más alto de su agenda de prioridades.