domingo, 2 de julio de 2017

Los mormones: sentimiento y razón

No voy a descubrir la importancia de la libertad religiosa, de que cada uno pueda ejercer la religión que estime en conciencia más verdadera. Pero el respeto a las creencias de los demás no es identificable con el relativismo religioso, que pondría en el mismo plano cualquier creencia independientemente de su sustrato teológico, de los principios morales que lo guían o de su desarrollo en la Historia. Algunas tradiciones religiosas tienen un enorme recorrido histórico, son tan antiguas como la propia  civilización humana; otras obedecen a impulsos casi contemporáneos, muchas veces como variantes de otras tradiciones espirituales que se consideran revisables. En este marco estarían lo que denominamos cultos o sectas postcristianas, que basándose en el sustrato doctrinal e histórico del cristianismo, proponen un esquema de creencias que acaba formando una ideología que poco o nada tiene que ver con el Evangelio.
Este es el caso de los Mormones o "Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días", una separación del cristianismo propuesta en el s. XIX por Joseph Smith en 1830. Tengo que reconocer que mi conocimiento de los mormones se reducía a conversaciones muy esporádicas con alguno de sus misioneros y con la curiosidad que inspira el enorme edificio que construyeron no lejos de mi casa. Por eso la lectura del último libro de Vicente Jara y Jorge Núñez sobre este movimiento religioso me ha resultado de especial interés. "Los mormones. ¿De verdad sabes quiénes son?" es un libro escribo con notable fluidez, fruto de un algo más de 300 pags. Tras su lectura, me ha llamdo poderosamente la atención, la muy débil estructura doctrinal de este movimiento.Las afirmaciones que hacen en el Libro de Mormon, su confusa mezcla con algunos elementos de la Sagrada Escritura, su escasísimo rigor en las fuentes históricas, culturales y arqueológicas, hacen de los Mormones un movimiento que se parece mucho más a un sentimiento que a una razón, porque, tras le lectura del libro, uno se pregunta: ¿cómo pueden creerse honestamente tal cúmulo de despropósitos? ¿Cómo afirmar la existencia de una cultural inexistente más allá de sus propias referencias, de un lenguaje del que no tenemos ningún otro testimonio que el afirmado por el Libro que les inspira? No tengo duda que habrá muchos mormones honestos y entusiastas de su religión, pero ciertamente sus fundamentos parecen muy débiles. Recomiendo la lectura de este libro, documentado en las propias fuentes mormonas, intentando con la mayor honradez posible mostrarlas. No se pretende ofender a nadie, sólo poner en evidencia sus creencias y prácticas.

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